Ya no está Chávez para responsabilizarlo de
nuestras emociones, ahora, dónde proyectaremos nuestros odios, falta de amor al
prójimo, deseos asesinos, violencia, intolerancia, mezquindad, individualismo,
discriminación…
Satanizar a Chávez ha sido una
buena excusa para arremeter con toda la violencia de nuestro odio y sentirnos
moral y éticamente justificados y así, nos atrevemos a hablar de paz y creernos
seres superiores. Ahora quedará al descubierto que toda esa violencia estaba
con nosotros antes de Chávez y seguirá con nosotros después de Chávez hasta que
evolucione nuestra conciencia y nuestra ética, eso supone hacernos responsable
de nuestras emociones y acciones en lo individual y en lo colectivo.
Afortunadamente, cada vez somos más
los que tenemos el privilegio de asumir nuestra responsabilidad histórica,
entendemos que no somos distintos de lo que juzgamos y luchamos cotidianamente
por no dejarnos cegar por el ego, ese es el reto de todos los días, porque
además estamos absolutamente consientes, que no se trata de una batalla entre
buenos y malos se trata de grados de evolución, de trascendencia sobre las
efímeras cosas materiales y lo cierto es que, o nos salvamos todos o no se
salva nadie.
Hoy las campanas están doblando
por todos.
LIC. TOM AYALA
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