Cada día suben por la colina unas mil personas para recorrer el
cuartel bautizado Museo de la Revolución, donde descansan los restos de
Hugo Chávez y en donde su heredero político Nicolás Maduro dijo que
tendrá un despacho si gana.
Camino al Cuartel de la Montaña, un sitio que desde el 15 de marzo se
volvió el centro de las miradas de venezolanos y extranjeros, se podían
ver las humildes casas coloridas asentadas en la geografía ascendente
del barrio 23 de Enero, uno de los más emblemáticos y populares del
chavismo en el oeste de la ciudad. Cada día suben por la colina unas mil
personas para recorrer el cuartel bautizado Museo de la Revolución,
donde descansan los restos de Hugo Chávez y en donde su heredero
político Nicolás Maduro dijo que tendrá un despacho si mañana resulta
electo presidente.
El edificio antiguo de color rosa y ocre, flanqueado por torres, está
coronado con un enorme 4F, en alusión a que fue el epicentro de las
operaciones del frustrado golpe que lideró Chávez el 4 de febrero de
1992 contra Carlos Andrés Pérez. A un nutrido grupo que venía de visita
al museo llevando remeras rojas que decían “Maduro” o “Pa’lante mi
comandante” el guía, en voz alta, les preguntó: “¿Estuvieron ayer en el
cierre de campaña, no?”, y recibió un sí al unísono. Si es que había
algún simpatizante del candidato opositor Henrique Capriles Radonski,
optó por quedarse callado.
El paseo con el guía e nombre “miliciano Correa” tenía un claro
mensaje político. El hombre de mediana edad señaló unas banderas que
flameaban en la entrada y dijo que las 37 representaban el sueño de
Chávez de lograr que la región se convierta en potencia, y que él será
recordado por impulsar la alternativa al ALCA –el ALBA– y otro bloque
como la Celac. Alguien mencionó el Mercosur. Todavía unos pasos afuera
del edificio el guía afirmó que era allí donde el líder bolivariano,
entonces con 38 años, dijo al rendirse la frase que quedó grabada en la
historia “no logramos los objetivos… por ahora”.
Ya adentro, lo primero que se veía en el patio principal era el
sarcófago de mármol gris y a ambos lados estaban parados cuatro guardias
de honor. “El mármol significa la fortaleza”, dijo, y pocos lo
escucharon en medio de la emoción que se reflejaba en los rostros de los
que pasaban en fila india para despedirse del presidente fallecido el 5
de marzo.
¿Está embalsamado?, preguntó un joven y el guía respondió que no, que
el cuerpo estaba a temperatura ambiente presurizado. Después le dijo a
este diario que los restos de Chávez van a estar allí por cinco años y
que la Asamblea Nacional propondrá una ley para que puedan ser
depositados en el Panteón Nacional junto a Simón Bolívar antes de los
veinte años, como establece la Constitución bolivariana.
Una señora se secaba las lágrimas y no soltaba de la mano a un
chiquito luego de pasar por delante del sarcófago. “Siento demasiado
dolor y tristeza”, dijo Seidy Mora, caminando hacia un pequeño altar,
ubicado debajo de dos grandes cuadros de Chávez, en una sala contigua al
patio principal. “Siento fuerza para seguir al buen hombre que es
Nicolás (Maduro), para que continúe esta patria soberana.” La mujer, de
40 años, dijo que lleva catorce votando por la revolución. Vive en
Catia, otro barrio popular de Caracas.
Era difícil encontrar una queja contra el proceso venezolano entre
los que visitaron el cuartel y recorrieron la vida de Chávez a través de
fotos, dibujos y cronologías colgados de las paredes. El guía no paraba
de ensalzar la figura del líder bolivariano, así como la de su equipo
de ministros. “Diosdado es más estratega, Maduro más político”, dijo en
referencia al presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, y al
candidato y presidente encargado, Nicolás Maduro, señalando dos posturas
diferentes dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela y que por
estas horas se muestran en armonía.
“Lo vamos a mantener vivo”, dijo Tibisay Buena sobre el final de la
visita, y agregó que Chávez fue un visionario porque eligió a Maduro
como la persona que continuará su legado. “La única persona era Maduro,
porque viene de estos barrios y transportó al pueblo en el autobús.”
Para los seguidores de Chávez se hacía imperioso recordarlo,
despedirse de él y ver en su delfín político la esperanza de que habrá
una continuidad de las políticas del gobierno, como las misiones
sociales que llevaron educación y salud gratuitas a los lugares más
recónditos del país. Para los analistas, el oficialismo tiene
importantes desafíos por delante, en caso de ser ratificado en las
urnas. El politólogo Faith Fraija enumeró a este diario los principales
temas pendientes. “Reimpulsar la capacidad productiva y diversificar la
economía; avanzar en la integración regional sin afectar la soberanía
alimentaria y bajo la premisa de la complementariedad; atacar el
problema de la inseguridad y mejorar los servicios públicos como el
sector energético.”
Durante la campaña, el candidato opositor que perdió ante Chávez en
octubre pasado criticó al gobierno por la inseguridad, la falta de
productividad en el país y el desabastecimiento de productos. Capriles
prometió aumentar el salario mínimo y mantener las misiones sociales.
Fraija relativizó el asunto del desabastecimiento. “Hay marcas de
productos que no se encuentran en el mercado, pero es el sector
empresarial el que juega bajo la lógica de la política. Un ejemplo, para
producir harina no se necesita importar nada, y de todas formas hay
faltante a causa de las perversiones del sector privado.” Y respecto de
la inflación, el analista señaló que “nuestra economía es altamente
especulativa y dependiente de la producción de petróleo. El gobierno
empezó a introducir mecanismos para controlar la relación
precio-producto y devaluó el bolívar porque necesitaba incrementar los
ingresos del petróleo.”
Si hay algo que toca de cerca a los pobladores de 23 de Enero, un
barrio de 100 mil habitantes, y de otras zonas de la periferia de
Caracas es la esperanza de tener una vivienda digna, a resguardo de las
tormentas. Las inundaciones de noviembre de 2010 dejaron sin hogar a 134
mil familias y pusieron en evidencia un problema estructural. Entonces
el gobierno puso en marcha la Gran Misión Vivienda y un censo arrojó que
la deuda habitacional es de 2,5 millones. El oficialismo prometió dos
millones de casas nuevas en los próximos años si es que, como señalan
los sondeos, Maduro resulta ganador de las elecciones de mañana. En el
23 de Enero esperan que se cumpla.
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